Revelar los errores judiciales puede contribuir a la causa de la abolición

Congreso mundial

Publicado por Tiziana Trotta, el 14 junio 2013

“Hace 20 años, un día mi nombre salió en el periódico, mientras yo aún estaba en mi cama durmiendo. Decían que había matado a alguien. Confesé bajo tortura un delito que no había hecho y me condenaron a muerte. Estaba tan deprimido que hasta pensé en suicidarme”, afirma uno.
“Pasé 11 años y medio en el corredor de muerte por algo que no había hecho”, le hace eco el otro. “No fue fácil reinsertarme en la sociedad, sufrí mucho rechazo”, añade el tercero.
Se trata de tres excondenados a muerte en Taiwán, conocidos como el trío afortunado. Ellos tuvieron la suerte de poder salir de la cárcel por sus propios pies tras destaparse los errores que llevaron a su condena, pero saben que no todos cuentan con la misma suerte.
Es por eso que distintas asociaciones en el mundo luchan para que estos casos salgan a la luz y contribuyan a la causa del abolicionismo. Los participantes del V congreso mundial contra la pena de muerte, reunidos en Madrid hasta el 15 de junio, alertan de la extensa posibilidad de que haya errores en los veredictos y de la necesidad de pasar a la acción antes de que sea demasiado tarde.

Trío afortunado

El caso del trío afortunado marcó un antes y un después en la lucha en contra de la pena de muerte en Taiwán y en la sensibilización de la opinión pública. Chang Chuan-Fen, escritora y miembro del Consejo directivo de Taiwan Alliance to End the Death Penalty, explica que muchas veces el crimen se considera como un agravio moral en su país.
“Hay gente que cree que si se condena a muerte a alguien es porque se lo merece, pero ahora ya empiezan a tomar en cuenta la posibilidad de que se produzcan errores judiciales”, subraya. Unas 53 personas se encuentran actualmente en el corredor de la muerte en Taiwán. “El error en la justicia es una parte integrante del sistema que rige la pena de muerte”, insiste la escritora.
Samy Ghorbal, periodista y escritor, director de una misión de investigación sobre pena de muerte en Túnez, ha conseguido evidencias sobre casos similares. “Se trata de la primera vez que un equipo de investigación entra en las cárceles tunecinas. Esperamos que nuestro trabajo sirva para poner rostro al tema y sensibilizar a la opinión pública”, afirma.
Su libro Enterrados vivos recoge la experiencia de esta misión. “Hemos optado por esta estrategia de comunicación para llegar a un público más amplio que con un informe”, subraya.“Sabemos que no vamos a cambiar la opinión pública de la noche a la mañana, pero hay una sensibilización”. El periodista sabe que la transición en Túnez aún no ha acabado y el camino para recorrer es muy largo.
Bien lo sabe también el estadounidense Kirk Bloodsworth (foto), quien logró probar su inocencia y convertirse en el primer condenado exculpado por el examen del ADN. Bloodsworth, que hoy trabaja para Witness to Innocence, se ha implicado en un proyecto para que otras personas en su misma situación tengan acceso a una prueba genética para demonstrar su inocencia.
Desde 1976, 142 inocentes han logrado salir del corredor de la muerte.

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