Panorama mundial de las mujeres frente a la pena de muerte
Se calcula que al menos 500 mujeres se encuentran actualmente en el corredor de la muerte en todo el mundo. Aunque es imposible obtener cifras exactas, estimamos que más de 100 mujeres han sido ejecutadas en los últimos diez años, y potencialmente cientos más.
Este informe pretende dar a conocer la situación de esta población olvidada. Pocos investigadores han tratado de obtener información sobre los delitos por los cuales las mujeres han sido condenadas a muerte, sobre su vida antes de ser condenadas y sus condiciones de reclusión en el corredor de la muerte. Como resultado, hay pocos datos empíricos sobre estas mujeres, lo que impide a los defensores entender los esquemas que se producen en la condena a la pena capital y el funcionamiento del sesgo de género en el sistema judicial penal. En la medida en que los académicos se han centrado en las mujeres condenadas a la pena capital, han llegado a la conclusión de que el sesgo de género opera a su favor.
Una perspectiva de género muy necesaria
Si bien es innegable que las mujeres están protegidas frente la ejecución en ciertas circunstancias (especialmente las madres con bebés y niños pequeños) y que a veces reciben sentencias más indulgentes, las que son sentenciadas a muerte están sujetas a múltiples formas de sesgo de género.
La mayoría de las mujeres han sido condenadas a muerte por el delito de asesinato, a menudo relacionado con el asesinato de familiares en un contexto de violencia de género. Otras han sido condenadas a muerte por delitos de drogas, terrorismo, adulterio, brujería y blasfemia, entre otros. Aunque representan una pequeña minoría de todos los prisioneros condenados a muerte, sus casos son emblemáticos de las deficiencias sistémicas en la aplicación de la pena capital.
Condiciones en el corredor de la muerte
Para conmemorar el Día Mundial contra la Pena de Muerte el 10 de octubre de 2018, el Centro Cornell sobre la Pena de Muerte en el mundo, Penal Reform International y la Coalición Mundial contra la Pena de Muerte han publicado una hoja informativa sobre las condiciones carcelarias de las mujeres condenadas a muerte.
El mismo día, 11 relatores especiales de la ONU publicaron el llamado "Las mujeres y las niñas en el corredor de la muerte piden respuestas y políticas específicas basadas en el género".
Las condiciones de vida en el corredor de la muerte siguen siendo malas tanto para los hombres como para las mujeres; sin embargo, dado que la mayoría de las instalaciones están diseñadas para la población masculina que es muy mayoritaria, no se tienen en cuenta las necesidades y vulnerabilidades específicas de las mujeres. En los países donde no se ejecutan a las mujeres, el encarcelamiento de larga duración que conllevan las sentencias de muerte hace que estas condiciones deficientes tengan un impacto desproporcionado sobre su salud física y mental.
Las mujeres que cumplen condenas de muerte son vulnerables a la violencia, especialmente en las cárceles supervisadas por personal masculino, o donde las autoridades penitenciarias no las protegen de la violencia de otros presos. Por ejemplo, en China, las mujeres presas (como sus homólogos masculinos) sufren a manos de los "custodios de celda", que controlan a sus compañeros de celda usando medios abusivos, pudiendo incluso llevar a la muerte.
A pesar de las Reglas de Bangkok, que prohíben el uso de cadenas o grilletes para las mujeres embarazadas, durante el parto o después del parto, en Sudán, Meriam Ibrahim fue atada con cadenas pesadas en la cárcel mientras estaba embarazada de ocho meses, cuidando a un niño pequeño, y durante el parto.
Asimismo, los presos condenados a muerte suelen ser recluidos en régimen de aislamiento, ya sea en virtud de su sentencia o como sanción disciplinaria. A pesar de las limitaciones establecidas por las Reglas de Mandela, en China, Indonesia, Jordania, India y Estados Unidos se han registrado casos de aislamiento prolongado (lo cual está prohibido) de mujeres y hombres condenados a muerte. Existen pruebas de que el régimen de aislamiento conlleva daños y peligros específicos para las reclusas. Esto está relacionado con las tasas desproporcionadamente altas de enfermedades mentales y traumas causados por los abusos sufridos en el pasado por las mujeres encarceladas.
Por lo general, las cárceles no brindan a las mujeres la atención médica específica que necesitan y las privan de los productos de higiene necesarios. Para aquellos que cumplen una larga condena en prisión, las necesidades de atención médica son mayores y más complejas (incluyendo enfermedades mentales y complicaciones debidas a la falta de higiene), en particular en las instalaciones superpobladas o donde faltan servicios de salud.
Muchas prisiones no brindan de manera proactiva una atención médica y los productos de higiene necesarios para la menstruación de la mujer. La falta de condiciones adaptadas a la menstruación se ve agravada por la falta de privacidad y de instalaciones para lavarse y bañarse en la mayoría de las cárceles. Además, las compresas, cuando se proporcionan, a veces se retienen como castigo.
Recomendaciones
El informe y la hoja informativa terminan con recomendaciones para que los interesados aborden los problemas urgentes que afectan a las mujeres en prisión en general, y en particular a las mujeres que se encuentran en el corredor de la muerte.
Por ejemplo, destaca la necesidad de una mayor transparencia, de investigar más sobre las causas fundamentales y la discriminación estructural y sistémica contra las mujeres en la sociedad, de un mayor control del cumplimiento de las normas internacionales de derechos humanos por parte del gobierno y las prisiones para las mujeres condenadas a muerte y de un apoyo a los familiares que quieren visitar a mujeres en prisión, incluyendo una ayuda para transportar a los familiares y niños hasta la prisión para las visitas.
Autor de la foto: Kulapa Vajanasara, Women Prison Reform, Universidad de Mahidol (Fotografía de portada del informe)