Cada país tiene su propio camino hacia la abolición

Abolición

Publicado por Thomas Hubert, el 3 mayo 2013

La breve historia de la abolición en 12 países y dos Estados de Estados Unidos publicada el 15 de abril 2013 por la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte (ICDP) muestra que no hay un camino único para poner fin a la pena de muerte e identifica las diferentes posibilidades para los países que aún utilizan este castigo.
Mientras que algunos países han avanzado muy rápidamente de la ejecución hacia la consagración de la abolición en su constitución, otros han tomado medidas graduales: una moratoria sobre las condenas a muerte y ejecuciones, la reducción del campo de aplicación de la pena de muerte o la adopción gradual de los instrumentos jurídicos de derecho internacional.

Liderazgo politico

En la mayoría de los casos, los autores sostienen que "la abolición de la pena de muerte requiere de un liderazgo político", lo cual es "muy importante para superar la oposición interna".
El capítulo sobre la abolición en Francia en 1981 ilustra esta realidad. El presidente François Mitterrand y el Ministro de Justicia Robert Badinter llevaron al Parlamento a votar abrumadoramente a favor de la abolición, mientras que "60 a 65% de los franceses estaban a favor de la pena capital."
Entre los dirigentes que han conducido a su país hacia la abolición, el informe muestra que el  riesgo de condenar a muerte a personas inocentes es el argumento utilizado con mayor frecuencia. "La ejecución de una persona inocente se erige como un anatema en contra de nuestra sensibilidad como seres humanos", declaró el ex gobernador de Nuevo México Bill Richardson después de haber emitido la abolición en su Estado en 2009.
El presidente de Mongolia Elbegdorj Tsakhiagiin representa otro ejemplo de una fuerte voluntad política a favor de la abolición. Después de su elección en 2009, se conmutaron las condenas de pena de muerte de manera sistemática y se oficializó una moratoria formal. Pero el caso del presidente Elbegdorj también muestra que el derecho internacional puede ser una herramienta muy útil para los líderes nacionales: en 2012, Mongolia abolió la pena de muerte  al adherirse al Protocolo de la ONU sobre la pena de muerte – un camino más fácil que la reforma de la legislación nacional, que no ha sido terminada hasta ahora.

 “Rompiendo con un pasado represivo”

El estudio también muestra que la abolición "es asociada frecuentemente a una ruptura con un pasado represivo, como fue el caso con el apartheid en Sudáfrica, en el fin del régimen de Duvalier en Haití, tras el genocidio de Ruanda y durante el acuerdo de cese al fuego y la paz luego de las violaciones masivas de los derechos humanos en Camboya».
El análisis de ICDP sobre el papel de los diferentes actores, desde los gobiernos a los tribunales, pasando por los medios de comunicación, las organizaciones profesionales, grupos religiosos y ONG, concluyó que "la oposición a la pena de muerte no es exclusiva de ninguna región del mundo, ningún sistema político o religión, ni cultura o tradición”. Por ejemplo, "una vez liberados de la colonización, los valores tradicionales sobre el carácter sagrado de la vida en algunas culturas africanas han influido en la disminución de la pena de muerte en países como Senegal y Sudáfrica”.
El informe contiene muchos otros ejemplos, obtenidos por los investigadores gracias a una variedad de fuentes. "En febrero de 2013, el ICDP organizó una reunión de expertos en Ginebra para discutir las medidas que los Estados pueden tomar para abolir la pena de muerte. Este encuentro reunió a académicos, expertos de organizaciones internacionales y no gubernamentales, y sus debates han informado este documento sobre cómo los Estados pueden abolir la pena de muerte ", dijo Federico Mayor, Presidente de la CIPD.
Los autores esperan que este informe ayude a los países retencionistas a encontrar su propio camino hacia la abolición. "El propósito de esta publicación es dar ejemplos de cómo los gobiernos han logrado abolir la pena de muerte y proporcionar lecciones para los Estados que están pensando en tomar esta decisión. El objetivo es proporcionar medidas sanas, prácticas y adaptadas que darán a estos Estados la inspiración para abolir la pena de muerte ", escribe el canciller noruego Espen Barth Eide en el prefacio del informe.

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